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Dotar a los espacios comunes de la urbanización, así como a los jardines privados y terrazas, de un paisajismo que de uniformidad al conjunto confiriéndole una envolvente verde que contrarrestre el impacto de la arquitectura de las zonas construidas.
Generar un diálogo entre las zonas vegetadas de la urbanización y el paisaje circundante jugando con las visuales desde la urbanización hacia el entorno.
Se consideró la superficie general de actuación como la ribera de un río dibujando el paseo principal de forma sinuosa a lo largo de las zonas vegetadas.
La mezcla de arbustos de diferentes colores y texturas dio un carácter de gran diversidad a las plantaciones.
Se redujo el empleo de las superficies de césped empleándose gravas, cortezas ornamentales y tapizantes en la mayoría de las superficies, aminorándose drásticamente las necesidades de agua de riego.
La única encina preexistente en la superficie ajardinada fue protegida aplicándose medidas de bioingeniería para conservarla en óptimas condiciones.
Las calles de la urbanización fueron ajardinadas introduciendo diversidad en las plantaciones y potenciando las visuales hacia el paisaje externo.
Sencillos pero agradables jardines privados se realizaron en los bajos de los 48 chalets de la urbanización.